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INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (1), 2024, pp 24 - 33
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.1.2
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SUBJETIVIDAD
Y SOBREMODERNIDAD
SUBJETIVIDADE
E SUPERMODERNIDADE
SUBJECTIVITY AND SUPERMODERNITY
Delicia Ferrando
Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica
ORCID: 0009-0000-3278-5189
Correo electrónico:dferrando10@hotmail.com
Fecha de recepción: 1-05-2024
Fecha de aceptación: 20-05-2024
Para citar este artículo / Para citar este artigo / To reference this article
Ferrando D. (2024) SUBJETIVIDAD Y SOBREMODERNIDAD
Intercambio Psicoanalítico 15 (1), DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.1.2/
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC By 4.0)
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Resumen: Este artículo explora las vicisitudes de la subjetividad en el
contexto de la sobremodernidad, un período marcado por rápidos avan-
ces tecnológicos, cambios socioeconómicos profundos y una interco-
nexión global sin precedentes. A través de una perspectiva psicoanalíti-
ca, se examina cómo la subjetividad, denida como la realidad interna
y única del individuo, se forma, se modica y se adapta en respuesta a
estas transformaciones. Se destaca la importancia de las relaciones in-
tersubjetivas en su construcción y la capacidad del ser humano para res-
ponder creativamente a los retos que plantean los incesantes cambios.
Estos cambios exigen un enorme esfuerzo que pone a prueba la aptitud
resiliente del individuo para el desarrollo de una identidad sólida, como
factor esencial de adaptación y reinvención que le permita satisfacer la
necesidad de encontrar la manera de llevar una vida satisfactoria.
Palabras Clave: Subjetividad, sobremodernidad, hiperrealidad, cambios,
tecnología.
Resumo: Este artigo explora as vicissitudes da subjetividade no contexto
da supermodernidade, um período marcado por rápidos avanços tec-
nológicos, profundas mudanças socioeconômicas e interconexão global
sem precedentes. Por meio de uma perspectiva psicanalítica, ele exami-
na como a subjetividade, denida como a realidade interna e única do
indivíduo, é formada, modicada e adaptada em resposta a essas trans-
formações. Destaca a importância das relações intersubjetivas em sua
construção e a capacidade dos seres humanos de responder criativa-
mente aos desaos impostos pela mudança incessante. Essas mudanças
exigem um enorme esforço que testa a aptidão resiliente do indivíduo
para o desenvolvimento de uma identidade sólida, como fator essencial
de adaptação e reinvenção que lhe permite satisfazer a necessidade de
encontrar uma maneira de levar uma vida satisfatória.
Palavras-chave: Subjetividade, supermodernidade, hiper-realidade, mu-
dança, tecnologia.
Abstract: This article explores the vicissitudes of subjectivity in the con-
text of supermodernity, a period marked by rapid technological advanc-
es, profound socioeconomic changes, and unprecedented global inter-
connectedness. Through a psychoanalytic perspective, it examines how
subjectivity, dened as the internal and unique reality of the individual,
is formed, modied and adapted in response to these transformations.
It highlights the importance of intersubjective relationships in its con-
struction and the capacity of the human being to respond creatively to
the challenges posed by incessant changes. These changes demand an
enormous eort that tests the resilient aptitude of the individual for the
development of a solid identity, as an essential factor of adaptation and
reinvention that allows him/her to satisfy the need to nd a way to lead
a satisfactory life.
Keywords: Subjectivity, supermodernity, hyperreality, changes, technol-
ogy.
SUBJETIVIDAD
Y SOBREMODERNIDAD
Delicia Ferrando1
1 Antropóloga Social por la
Universidad Nacional de Trujillo,
UNT; Demógrafa por el Centro
Latinoamericano y Caribeño
de Demografía, CELADE;
Psicoterapeuta Psicoanalítica
por el Centro de Psicoterapia
Psicoanalítica de Lima, CPPL;
especializada en adolescentes
y adultos; parejas y familias.
Miembro de la Asociación de
Psicoterapia Psicoanalítica,
ADPP; de la Sociedad Peruana
de Psicoterapia Psicoanalítica
de Pareja y Familia, SPF y de la
Federación Latinoamericana de
Asociaciones de Psicoterapia
Psicoanalítica, FLAPPSIP.
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Introducción
La reexión propuesta en estas páginas es sobre cómo nos constituimos
emocionalmente en una época marcada por transformaciones profun-
das y rápidas que impactan de manera diversa en las comunidades y las
personas. La sobremodernidad no afecta a todos uniformemente; las
respuestas a estos cambios son tan variadas como los contextos cultu-
rales e individuales en los que se desenvuelve la vida de las poblaciones.
Esta variabilidad en la experiencia signica que hay múltiples maneras
en las que los espacios cambiantes repercuten en las personas y cómo
éstas se acomodan, se resisten o se reinventan. Todo ello traduce la ri-
queza y complejidad de la subjetividad humana.
Subjetividad
Para el psicoanálisis la subjetividad es la realidad interna y única del in-
dividuo; es su esencia, algo así como su identidad psíquica. Por lo tan-
to, no hay dos subjetividades iguales. También puede decirse que es el
modo intrínseco y personal de cómo uno percibe, interpreta, valoriza,
interactúa e interioriza un asunto, idea, pensamiento o cultura. Se cons-
truye por una amalgama de experiencias pasadas, relaciones, deseos,
miedos y fantasías, a través de una interacción entre el yo consciente
y las fuerzas inconscientes que denen las emociones y dan forma a la
personalidad.
El ser humano es en esencia un ser social, que establece vínculos y re-
laciones en distintos espacios y ámbitos: familia, tribu, pueblo, ciudad,
país, barrio, club, escuela, universidad, etc. Lo que ocurre en estos gru-
pos tiene el poder de impactarle.
Así pues, ya que la subjetividad es la internalización de lo externo, ésta
se estructura y moldea a través de vínculos. La subjetividad no es posible
sin un otro. Desde los primeros momentos de vida, el infante y su madre
(o quien haga sus veces cuando ella falta) forman una diada que es de
vital importancia para el desarrollo afectivo, social y cognitivo del bebé
y también para la conformación y organización de su aparato psíquico.
Esta primera experiencia vincular y de apego temprano da sustento a
la construcción de la noción de sí mismo y del otro, estableciendo un
patrón para futuros vínculos y relaciones.
Diversos autores han contribuido a enriquecer la comprensión de la
subjetividad resaltando su naturaleza intrínsecamente relacional. Ja-
roslavsky (AEAPG, 2006) contempla la subjetividad como un proceso de
individuación. Destaca que se congura y recongura en la interacción
vincular, marcando la singularidad del individuo a través de su capaci-
dad para narrar y renarrar su historia personal en interacción continua.
Esta idea es complementada por Käes (AEAPG, 2006), quien profundiza
en la subjetividad como un constructo apoyado en la pulsión, la fantasía,
y la relación de objeto. Käes señala que la subjetividad emerge de la in-
teracción dinámica entre el cuerpo, el deseo y el entramado de vínculos
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emocionales y representaciones compartidas, todo lo cual forja la uni-
cidad del sujeto en su diálogo con la otredad. Maruottolo (2016), por su
parte, añade una dimensión social al concepto argumentando que «… la
subjetividad es el campo de la dimensión social incorporada al aparato
psíquico ampliado, donde el sujeto se constituye vitalmente como sujeto
a Otro, emergiendo de ese campo psíquico del Nosotros»
La subjetividad es, pues, una hechura colectiva, una construcción social
dinámica del individuo en el seno de una familia y de una comunidad.
De ambos asimila la cultura: mandatos y prohibiciones, conocimientos,
códigos de relacionamiento, normas, leyes, costumbres, mitos, tradicio-
nes, etc., vigentes en una sociedad o en un sector de ella en una determi-
nada época. Todo esto perla su forma de pensar y de actuar; por eso,
la subjetividad cambia con el tiempo y con la sociedad de pertenencia
del sujeto.
Sobremodernidad
El mundo actual atraviesa por una era que el antropólogo francés Marc
Augé (2000) denomina sobremodernidad, una fase que expande y com-
plejiza los pilares de la «modernidad clásica» surgida entre los siglos XVI-
II y XIX. La sobremodernidad se caracteriza por la emergencia en Europa
de un nuevo paradigma basado en el racionalismo, la autonomía indi-
vidual frente a valores tradicionales, y la consolidación de instituciones
estatales que promueven derechos y libertades fundamentales. Junto a
todo esto, se intensican aspectos de la modernidad como la armación
del yo, la aceleración del cambio histórico y el amplio dominio sobre el
espacio, reejando un mundo que continúa su vertiginosa evolución.
La sobremodernidad se caracteriza por hiperrealidad y simulacro (que
conduce a la desaparición de lo auténtico), aceleración, consumismo
desmesurado, globalización e individualismo, fragmentación y diversi-
dad. Para Augé (2000) la sobremodernidad incluye el rescate de la supe-
rabundancia de acontecimientos que corresponde a una situación cuya
modalidad esencial es el exceso (p.36): de tiempo, de espacio y de ego,
según el autor. La primera tiene que ver con la dicultad para com-
prender cómo percibimos el tiempo y cómo lo usamos. Critica la noción
acelerada del tiempo y reexiona sobre la dicultad de pensar el tiempo
en la actualidad para explicar la superabundancia de acontecimientos.
(Cuellar, 1996). La segunda gura de exceso de la sobremodernidad es
el espacio. Augé trabaja con la idea de “achicamiento del planeta”; es
decir, de los cambios de escala: las imágenes de todo tipo, la conquista
del espacio, la posibilidad de ver por las redes eventos simultáneos que
ocurren en cualquier parte gracias a la realidad virtual. (Augé 2018). La
tercera gura de exceso de la sobremodemidad es el ego, el individuo
que vuelve (incluso en la reexión antropológica como productor indivi-
dual de sentido) a universos sin territorios, a espacios de ninguna parte
que median el a priori y a posteriori (Cuellar, 1996).
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A propósito de la hiperrealidad como cualidad de la sobremodernidad,
Baudrillard, J. (1990), subraya que aquélla representa la dicultad de la
conciencia para distinguir la realidad de una simulación de ella, de modo
que se sustituye el objeto por una construcción articial del mismo, esto
es, por su imagen presentada como una realidad más atractiva y seduc-
tora, en una suerte de realidad perfeccionada. Por ejemplo, la tecnología
Audio Presence de la Reality Labs (Meta) que posibilita la generación de
sonidos prácticamente indistinguibles de la realidad, como parte de la
experiencia de realidades virtuales o aumentadas. Y más cercanamente,
las plantas articiales, extensamente usadas, cuya extraordinaria simili-
tud con plantas naturales nos hace confundirlas.
Augé (2009) dice también que ésta es la era de las paradojas: Globaliza-
ción y uniformización versus reivindicaciones de identidades locales; ho-
mogenización versus diversidad; las ciudades y adelantos tecnológicos
que encantan y desencantan. Un ejemplo de las paradojas que reere
este autor es la naturaleza y el uso de las redes sociales en la era digital,
que fueron diseñadas para conectar a las personas. De hecho, permiten
una extraordinaria interconexión global, facilitando la comunicación y
el intercambio cultural a escala masiva; pero contrariamente, estas mis-
mas redes pueden llevar a una desconexión emocional y social en el
mundo real que a menudo resulta en una sensación de aislamiento y
despersonalización. Los individuos que viven enfrascados en un entorno
virtual hiperconectado disminuyen sus interacciones cara a cara y mer-
man su capacidad de relacionarse en vivo en perjuicio de la calidad de
las relaciones humanas. Esta ambigüedad reeja la paradoja del mundo,
simultáneamente unido y fragmentado con una tecnología que a la vez
une y desune; que conecta y desconecta.
Las transformaciones intensas que experimenta la humanidad no tie-
nen precedentes. En el pasado, éstas solían ser discretas dando la idea
que la vida permanecía anclada. Varias generaciones discurrieron por
geografías inmodicables (o de modicación leve) cuyas poblaciones se
relacionaban siguiendo patrones convencionales o clásicos. La velocidad
y persistencia de los cambios podría generar en la vida de los individuos
sentimientos de inestabilidad, precariedad e incertidumbre sobre el pre-
sente y el futuro, instalándose un clima de desconanza e inseguridad.
Las modicaciones incluyen los desplazamientos humanos que dibujan
un mapa demográco del mundo en permanente cambio. Las migra-
ciones internas e internacionales se intensican (sobreponiéndose a los
factores clásicos del crecimiento poblacional: natalidad y mortalidad), y
no buscan necesariamente mejores condiciones de vida (académicas,
laborales o de refugio de desastres naturales), sino huir de conictos
bélicos, crisis políticas o colapsos económicos.
Las ciudades que se urbanizan aceleradamente padecen un desafío de
administración. La demanda de viviendas y otros servicios básicos (salud,
educación y transportes) sobrepasa la capacidad de la infraestructura
existente. Esto da lugar a hacinamiento, contaminación y presión sobre
los recursos naturales; además de una agudización de las desigualdades
socioeconómicas que originan tensiones sociales.
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Transformaciones como las mencionadas crean un escenario en el que
la subjetividad individual requiere de un esfuerzo de adaptación per-
manente que puede ser o no exitosa. La masicación y el anonimato
creciente en las ciudades llevan a la larga a una sensación de alienación
que afecta la forma en que los individuos se relacionan consigo mismos
y con los demás. En un entorno donde el espacio personal se reduce y
la competencia por recursos se intensica, emergen amenazas para la
identidad y la autonomía, incrementando la ansiedad y la sensación de
impotencia.
Especial papel juega la «revolución» de los medios de comunicación ma-
sivos que colocan al individuo en el epicentro de la noticia en tiempo
real. El sociólogo y lósofo Zygmunt Bauman (2021) sostiene:
... el planeta está atravesado en todas direcciones por ‘autopistas de in-
formación’, nada de lo que ocurra en alguna parte puede, al menos po-
tencialmente, permanecer en un ‘afuera’ intelectual. No hay una ‘terra
nulla’, no hay zonas en blanco en el mapa mental… El sufrimiento huma-
no de lugares lejanos y modos de vida remotos, así como el despilfarro
de otros lugares y modos de vida también remotos, entran a nuestras
casas a través de las imágenes electrónicas de una manera tan vívida y
atroz, de forma tan vergonzosa o humillante, como la miseria y osten-
tación de los seres humanos que encontramos cerca de casa durante
nuestros paseos cotidianos por las calles de la ciudad (p. 19).
La constante avalancha de información y el ujo continuo de noticias
pueden abrumar a las personas, dicultando la asimilación, el procesa-
miento y la comprensión de esos datos. Esto a menudo resulta en sen-
timientos de desbordamiento, presión e impotencia, llegando incluso a
experimentar «infoxicación» (Cornella, A., 1996, en HP.com, 2022) que
deriva en perturbaciones del sueño, irritabilidad, ansiedad y depresión,
llevando a algunos individuos a optar por desconectarse y evitar el con-
sumo de noticias.
A la par de los factores descritos, es innegable que la sobremodernidad
ha traído extraordinarios descubrimientos cientícos, inventos e innova-
ciones tecnológicas que han mejorado la calidad de vida de las personas
y han posibilitado la realización de tareas domésticas y profesionales de
manera más eciente. Tal es el caso de los avances en energías renova-
bles, inteligencia articial, nuevas formas de comunicación y colabora-
ción (videollamadas, teletrabajo, teleeducación), etc.
Por su parte, los avances en medicina y ramas anes han contribuido
a mejorar, prolongar y salvar la vida de millones de seres humanos en
todo el mundo. Lo que era excepcional hace unas décadas, ahora es
práctica rutinaria, por ejemplo, la cirugía laparoscópica, la detección e in-
tervención de problemas de salud congénitos, la congelación de óvulos,
la fertilización in vitro, etc.
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Algunos progresos, sin embargo, incorporan impactos potencialmente
desconcertantes en la subjetividad al representar un riesgo de confu-
sión y desorientación. Dos ejemplos: Investigadores de la Universidad de
Cambridge y el Caltech, liderados por la Dra. Magdalena Zernicka-Goetz,
han logrado desarrollar embriones humanos sintéticos usando células
madre hasta una etapa un poco más allá del equivalente a 14 días de de-
sarrollo para un embrión natural, prescindiendo de la necesidad de úte-
ro, óvulos y espermatozoides. Este logro, inicialmente demostrado con
embriones de ratón y posteriormente con humanos, según el equipo a
cargo, promete profundizar la comprensión de los trastornos genéticos
y las causas de los abortos espontáneos (Pérez, 2023; Oldak et al., 2023).
Otro ejemplo es lo que hoy se conoce como metaverso, un espacio vir-
tual compartido, interactivo e inmersivo, alternativo a la realidad tangi-
ble. En este entorno, empresas como Meta están desarrollando avatares
fotorrealistas que imitan la apariencia, gestos y personalidad del sujeto
de manera tan precisa que se acercan a ser indistinguibles de la pre-
sencia real. Lo inaudito es que una de las aplicaciones potenciales de
estas tecnologías se está destinada a inmortalizar a personas fallecidas.
Es el Avatar post-mortem, que permite a los seres queridos «mantenerse
cerca» de quien ha partido ofreciendo consuelo. Este recurso, en su casi
perfecta imitación de la realidad, desdibuja las fronteras entre lo real y lo
virtual, redeniendo la experiencia del duelo y el recuerdo. Este invento
deja la impresión como de cruzar la línea, debido a que, al mismo tiem-
po que se mantiene la ilusión de la presencia del que ya no está, se evita
el cierre y el trabajo natural de las diferentes etapas del duelo y la noción
tradicional de la memoria en la construcción de la subjetividad. El rito de
despedida, tan importante para el ser humano de cualquier cultura, se
relativiza y deja en cierta forma suspendida la tarea de decatectizar el
objeto ausente y reconducir la libido hacia otro objeto de amor.
Los avances tecnológicos y cientícos mencionados a la vez de su inne-
gable utilidad nos colocan, sin ser del todo conscientes, en una situación
de vulnerabilidad e inestabilidad. Si bien muchos contenidos culturales
(música, danza, leyendas, comidas, etc.) perduran y se practican con en-
tusiasmo, especialmente las que tienen que ver con las estas costum-
bristas y patronales; los productos culturales recientes pierden en poco
tiempo su signicado y/o su utilidad. Por otro lado, muchos conocimien-
tos que se creían rmes y sabidos ya no lo son; se transforman, se vuel-
ven obsoletos o desaparecen. Lo antiguo es sustituido por lo nuevo tan
velozmente que sólo una pequeña parte de la población llega a adaptar-
se. Nada parece seguro, ni estable, ni imperecedero. Es lo que Bauman
(2021) llama la sociedad líquida. El mercado laboral actual se distingue
por su exibilidad. La gig economy impulsa sistemas como el trabajo re-
moto, que requiere en menor medida de contratos jos. Eso erosiona la
seguridad laboral y los benecios sociales, ocasionando incertidumbre
e inestabilidad en los trabajadores. Las relaciones laborales, anterior-
mente estables y predecibles, se han vuelto uidas y sujetas a constante
cambio, lo cual evidencia una sociedad donde las estructuras sociales
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tradicionales se desintegran rápidamente ante el avance tecnológico.
Uno de los resultados de estos fenómenos es la aparición de lo que Augé
(2000) ha bautizado como «no lugares», espacios que pueden ser físicos,
virtuales o emocionales y que se caracterizan por carecer de identidad
cultural denida, relaciones e historia. Los «no lugares» están marcados
por el anonimato, sensación de desarraigo y despersonalización. En es-
tos espacios el sujeto es un transeúnte, siempre está llegando o se está
yendo. Cuando se trata de espacios físicos son prácticamente idénticos
en todas partes del mundo ya que están diseñados para ser funcionales,
como aeropuertos, supermercados o salas de espera.
Las redes sociales son el paradigma contemporáneo de los no lugares:
un chat automatizado, la voz grabada en un call center o el eterno scro-
lling del feed de noticias. Augé (2009) se aproxima a la experiencia de la
soledad y a la paradoja de la incomunicación en la era de las telecomu-
nicaciones. Nos relacionamos, pero no nos vinculamos. Somos semejan-
tes, pero no íntimos. Los «no lugares» (incluso los virtuales) están llenos
de carteles, textos, señales y marcas que están dirigidos a millones de
consumidores sin dirigirse a alguno en particular. El diálogo es con los
textos o con las máquinas. Lo que da sentido a la vida cotidiana (presen-
cia, voz, palabras, nombres) está ausente o masicado. Hay una borrosa
identidad compartida que, además, es precaria y temporal. Las indivi-
dualidades se diluyen y las historias personales se vuelven efímeras. Lo
que se vive, hace o dice no deja registro, se olvida pronto porque se
transita por ellos en condiciones de rutina y automatismo.
Hoy en día, los «no lugares» se vuelven emblemáticos de una cultura que
prioriza la eciencia. Son muy diferentes a los «lugares antropológicos»
como una plaza de pueblo, un mercado local, el negocio de abarrotes
del barrio, la costurera del barrio, el zapatero o el café tradicional de la
calle, cargados de identidad, relaciones e historia y pleno de signicado,
y que el individuo incorpora a su memoria y a su identidad. Sin historia
se afecta la subjetividad en tanto que diculta el habitar, que es una ne-
cesidad primordial del ser humano.
Si la subjetividad se construye a través de vínculos y relaciones signi-
cativas, y si se nutre del entorno, ¿qué sucede cuando el sujeto se en-
cuentra regularmente en espacios que desafían o limitan las conexiones
esenciales? ¿Cómo se adapta la estructura psíquica del individuo a un
mundo velozmente cambiante?
Una sociedad saludable es aquella que hace posible que la vida de una
persona vinculada a los demás tenga un propósito y un lugar desde don-
de puede aportar a la vida colectiva, a la vez que se nutre del intercam-
bio grupal. En esa interacción va tejiendo una red social que lo sostiene
y lo contiene (Berger, & Luckmann, 1968).
La rapidez de la vida en el siglo XXI merma la capacidad de formar cone-
xiones reales llevando a individuos, por ejemplo, a usar formas inéditas
de encontrar amigos y experiencias románticas, por ejemplo, a través de
aplicaciones y sitios web especializados. Estas dinámicas interpersona-
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les acentúan la probabilidad de resultar en vínculos precarios, caldo de
cultivo para experiencias de depresión y ansiedad. Por otro lado, la om-
nipresencia de los medios y la publicidad distorsiona valores y deseos,
impulsando un consumo insaciable de bienes efímeros que, paradóji-
camente, pocos pueden realmente adquirir. La inmersión en el mundo
virtual lleva al aislamiento y a la ausencia de intimidad.
Se podría pensar que hoy en día el ejercicio de la constancia objetal y de
apego se están debilitando pues todo es reemplazable, no solo los bie-
nes de consumo sino también los espacios de interacción, la ciudad de
residencia, el barrio, la casa, los colegios, las universidades, la religión,
el partido político, los clubes, las instituciones, los lugares de trabajo,
los amigos y las parejas. Todo parece precario, y la identidad, difusa e
inconsistente. La presión por encajar en la sociedad globalizada ha lleva-
do a una crisis de identidad, donde los individuos luchan por encontrar
un sentido de pertenencia auténtico en medio de la homogeneización
cultural.
Conclusiones
En el entramado de la sobremodernidad y las profundas transforma-
ciones sociales, exploramos la complejidad y evolución de la subjetivi-
dad humana en el contexto contemporáneo marcado por la aceleración
tecnológica, los cambios socioeconómicos, y las paradojas de la inter-
conexión global. Hemos visto cómo la subjetividad, concebida como la
esencia interna, personal y distintiva del ser, se construye y recongura
a través de interacciones signicativas y la asimilación cultural en un en-
torno cambiante. La sobremodernidad, caracterizada por la hiperreali-
dad, el simulacro, y una paradoja entre la globalización y la reivindica-
ción de identidades locales, plantea retos únicos a la construcción de la
subjetividad que se ve amenazada por la disminución de vínculos pre-
senciales y la prevalencia de espacios despersonalizados tanto virtuales
como físicos.
No obstante, es crucial reconocer la innata resiliencia y creatividad hu-
mana frente a estos retos. La dicultad para forjar conexiones profun-
das por las cada vez más crecientes interacciones transitorias mediadas
por la tecnología no eclipsa la capacidad humana para adaptarse y rein-
ventar formas de interrelación graticantes. La adaptación a un mundo
en constante cambio requiere de una capacidad de reinvención del suje-
to que no pierda de vista la esencia de la humanidad: la capacidad de es-
tablecer vínculos auténticos que otorguen sentido a nuestra existencia.
Así, la búsqueda de un equilibrio entre la adaptación a las innovaciones
de la sobremodernidad y la preservación de la riqueza de la subjetividad
humana se presenta como un desafío fundamental para el individuo y la
sociedad en su conjunto.
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