
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (1), 2024, pp 122 - 127
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.1.10
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mismo que nos legara Freud: abordando en parte sus ensayos como si
de sueños se tratara, y considerando al autor como su protagonista. Me
remití a sus textos y a las diversas referencias que guran en los mis-
mos, a la sinceridad selectiva de sus cartas a Fliess, o bien a los propios
dichos, relatos y asociaciones freudianos. Apelé asimismo a alusiones
bíblicas, con las que el maestro estaba sin duda familiarizado, y a otras
narraciones que posiblemente no desconociera, lo que me permitió
aprovechar estos materiales vinculándolos como tal vez él mismo lo hu-
biera hecho; aunque me atreví a extender mis indagaciones allí donde,
ejerciendo cierta censura, Freud interrumpió las propias.
Luego, ya que fue el mismo Freud quien transformó el sueño en un ob-
jeto apto para la investigación, hice lo propio con un par de sus sueños,
y las correspondientes asociaciones con que él los ilustrara. Pero como
fue el mismo soñante quien evitó comunicar -tal como él la conociera-,
la interpretación completa de cada uno de estos sueños, intenté alcanzar
su “punto oscuro” y deshacer el nudo de pensamientos que encierran;
ampliando luego su comprensión con construcciones admisibles, para
llegar nalmente a su núcleo siguiendo la secuencia aplicada a estos por
el maestro.
Debo señalar que, en mi texto, la profusión de citas del maestro procura
evitar malentendidos o confusiones respecto de lo que realmente consta
en sus escritos. De hecho, para la revisión de sus sueños, me valí de la
secuencia de ideas y evocaciones seguidas por el propio Freud; pero
agregué gran cantidad del material proveniente de diversos ensayos5,
tanto previos como posteriores que, como si se tratara de asociaciones,
habrían de conducir al despliegue de los pensamientos oníricos laten-
tes. Reuní así fragmentos esparcidos en diversos escritos freudianos.
Por cierto, se me podría señalar que muchas de las citas y referencias
no están ordenadas cronológicamente, a lo que debo responder que
tampoco lo están los pensamientos e ideas en la mente. Cuestionarse-
me también la aplicación del método clínico al estudio de sueños desti-
nados –en principio- solo a la ilustración de un trabajo teórico, toda vez
que su autor, que no era un paciente en análisis6, omitió expresamen-
te -en relación a los mismos-, exponer aquello que consideró inconve-
niente publicar en su momento7. Es cierto, además, que no conté con
la suma de las asociaciones de Freud, y que tampoco pude vericar mis
inferencias, como lo haría en la práctica clínica; pero no se trata de una
disculpa: mis hipótesis no pretenden ocupar el lugar de las conclusiones
freudianas, ni sugiero que él mismo las hubiera desconocido. Sé, por el
contrario, que las posibilidades que planteé no escaparon a la sagacidad
de Freud, si bien por las razones que conocerá el lector las retrajo de
cualquier posible divulgación.
El resultado no fue una biografía de Freud –tarea casi imposible que de
todas maneras se hallaba por completo alejada de mis intenciones-; sino
apenas la coherente reorganización de algunos datos ya conocidos, en
un nuevo conjunto; su lectura sin anacronismos, y la sugerencia de una
razonable y verosímil reconstrucción de los mismos.
5 Observaciones y comentarios explicativos,
referencias clínicas, notas, comparaciones y
otras alusiones.
6 Freud, empero, se consideraba un
paciente al que alguien trataba. En agosto
de 1897, mientras estaba de vacaciones,
escribió a Fliess: “El principal paciente que
me ocupa soy yo mismo… El análisis es más
difícil que cualquier otro…”
7 De acuerdo a Grinstein, Freud ocultó
deliberadamente un importante y revelador
material mediante omisiones, sustituciones
y posibles deformaciones.