INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
49 / FLAPPSIP
LA RUTA DE LOS
DESÓRDENES DE LA
CONDUCTA ALIMENTARIA
O CAMINHO DOS TRANSTORNOS
ALIMENTARES
THE PATH OF EATING DISORDERS
Lillyana Zusman T.
Asociación de Peruana de Psicoterapia Psicoanalítica de
Niños y Adolescentes
ORCID: 0009-0006-5048-2804
lillyanazusman@gmail.com
Fecha de recepción: 10-10-2024
Fecha de aceptación: 05-11-2024
Para citar este artículo / Para citar este artigo / To reference this article
Zusman T. L. (2024) LA RUTA DE LOS DESÓRDENES DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA
Intercambio Psicoanalítico 15 (2), DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC By 4.0)
50 / FLAPPSIP
Resumen: Los desórdenes de la conducta alimentaria son patologías
contemporáneas. Se les dene como las nuevas enfermedades del
alma. Se alojan en la psique como patologías de origen temprano
asociadas a las fallas del maternaje y al décit en el logro de la posi-
ción depresiva. El presente trabajo pretende dar luz sobre cómo los
diferentes autores del Psicoanálisis post freudiano, Bowlby, Stern,
Winnicott, Bion, Mahler y Balint ofrecen lecturas que dan luz sobre
la conguración original de estas patológicas. El apego, la relación
intersubjetiva con el infante, la madre/ambiente sucientemente
buena, la relación continente (madre) /contenido (infante) asociadas
al reverie materno, la falta básica y las relaciones simbióticas, fusio-
nadas son los núcleos a partir de los cuales se afecta la continuidad
existencial, se interere con la maduración y el crecimiento y se llega
a la adolescencia gracias al uso de defensas primitivas y de un falso
self que generan un quiebre adolescente.
Palabras clave: Trastornos de conducta alimentaria, enfermedades
de décit, madre sucientemente buena, reverie, fallas del ambiente.
Resumo: Os transtornos alimentares são patologias contemporâ-
neas. Eles são denidos como as novas doenças da alma. Eles estão
alojados no psiquismo como patologias de origem precoce associa-
das a falhas maternas e décits na conquista da posição depressiva.
O presente trabalho tem como objetivo lançar luz sobre como os di-
ferentes autores da Psicanálise pós-freudiana, Bowlby, Stern, Win-
nicott, Bion, Mahler e Balint oferecem leituras que lançam luz sobre
a conguração original dessas patologias. O apego, a relação inter-
subjetiva com o bebê, a mãe/ambiente bom o suciente, a relação
continente (mãe)/conteúdo (bebê) associada ao devaneio materno,
a falta básica e as relações simbióticas, fundidos são os núcleos a
partir dos quais a continuidade existencial é afetada, a maturação e
o crescimento são interferidos e a adolescência é alcançada graças
ao uso de defesas primitivas e um falso eu que gera um Separação
de adolescentes.
Palavras-chave: Transtornos de comportamento alimentar, Transtor-
nos de décit, Mãe sucientemente boa, reverie, falhas ambientais
LA RUTA DE LOS DESÓRDENES
DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA
Lillyana Zusman T.1
1 Licenciada en Psicología clínica
por la Ponticia Universidad Católica
del Perú (PUCP). Magíster en
Estudios Teóricos en Psicoanálisis
por la PUCP. Diplomado de
Winnicott en la Universidad Diego
Portales de Chile... Es miembro
titular de la Asociación Peruana
de Psicoterapia psicoanalítica de
niños y adolescentes (APPPNA) Ha
publicado el libro “Los desórdenes
de la conducta alimentaria: anorexia
y bulimia” (2019)
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
51 / FLAPPSIP
Abstract: Eating disorders are contemporary pathologies. They are
dened as the new diseases of the soul. They are lodged in the psyche
as pathologies of early origin associated with maternal failures and
decits in the achievement of the depressive position. The present
work aims to shed light on how the dierent authors of Post-Freud-
ian Psychoanalysis, Bowlby, Stern, Winnicott, Bion, Mahler and Balint
oer readings that shed light on the original conguration of these
pathologies. Attachment, the intersubjective relationship with the
infant, the mother/environment good enough, the continent (moth-
er)/content (infant) relationship associated with the maternal rev-
erie, the basic lack and symbiotic relationships, fused are the nuclei
from which existential continuity is aected, maturation and growth
are interfered with, and adolescence is reached thanks to the use of
primitive defenses and a false self that generate a Teenage breakup.
Key words: Eating behavior disorders, decit disorders, good-enough
mother, reverie, environmental failures
El estudio de la primera infancia es fundamental para comprender
la constelación de factores que inuyen desde el nacimiento hasta la
adolescencia en la aparición y mantenimiento de los desórdenes de la
conducta alimentaria. En la pubertad, pero más en la adolescencia se
presentan, de manera sorpresiva, súbita y feroz, casi sin antecedentes
perceptibles, problemas con la ingesta alimenticia que colocan al sujeto
en los bordes de una vida mental y física sana, muy cerca de las en-
fermedades que hoy se denominan las nuevas enfermedades del alma
(Kristeva, 1993), las patologías de acción (Kernberg, 1988) o las enferme-
dades psicosomáticas. Estos síntomas sugieren el inminente peligro de
mantenerse en la forma de quiebres adolescentes (Laufer, 1995) que inte-
rrumpen la continuidad existencial, el desarrollo físico y el despliegue de
la vida psíquica y mental. Las circunstancias perinatales de cada grupo
familiar dan lugar a una creatividad vincular espontánea que contribuye
a una adecuada distribución y asunción de los roles en el seno de la fa-
milia. La creatividad vincular articula las necesidades de cada uno de los
miembros de la familia con las necesidades y posibilidades que ofrecen
los otros de tal manera que garantizan la evolución natural del neona-
to. La madre se constituye en un útero mental: sus funciones mentales
sostienen las transformaciones que dan lugar al “tejido psíquico” indis-
pensable para el crecimiento y el desarrollo evolutivo (Lutenberg, 2007).
La tendencia al crecimiento y a la maduración, son disposiciones here-
dadas1 que se actualizan a lo largo de un proceso sostenido por el am-
biente facilitador materno que alienta y sostiene la maduración del Yo,
la integración y la residencia psicosomática, así como la cohesión del
(verdadero) self y la posibilidad de sentirse vivo y real (Winnicott, 1958).
1 La angustia es también una disposición
natural heredada.
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
52 / FLAPPSIP
La madre ofrece a su infante una organización única, apropiada y adap-
tada para hacer frente a las demandas de su infante; como compañera y
socia del proceso de evolución, sostiene a su infante gracias a su empa-
tía, su preocupación maternal primaria y su capacidad para el reverie ya
que el infante, indefenso, sólo existe gracias a la presencia de una mamá
humana, cuidadosa y con sentido común que le facilita la elaboración
imaginativa de las funciones del cuerpo Juntos, pasan por el mayor y
más rápido proceso de cambio humano en lo que se reere a la madu-
ración, el crecimiento y el desarrollo. El bebe no existe sin su madre y
la madre no se realiza como tal sin la existencia de su bebe; There is not
such a thing as a baby (Winnicott, 1942).
Tras el nacimiento se produce un cambio sustancial en el infante y en la
madre. El infante nace de una experiencia intrauterina única; la madre,
se inicia en un nuevo rol, con el desconcierto de la pérdida de la esta-
bilidad intrauterina y con la necesidad de ofrecerle un nuevo hábitat, al
cual deberá adaptarse como una tarea inminente de la propuesta in-
tersubjetiva. En conjunto inauguran la experiencia de la vida, se cuidan
mutuamente y se insertan en el seno de una matriz relacional dinámica.
Diversos autores psicoanalíticos han estudiado las vicisitudes de la re-
lación madre/hijo en un intento de organizar una lectura uida tanto
de la diada, como de las funciones de cada uno de los socios de esta.
El presente trabajo pretende resaltar los aspectos teóricos que mayor
resonancia tienen para la comprensión de la gestación, el desarrollo y
el mantenimiento de los desórdenes de la conducta alimentaria en la
adolescencia.
John Bowlby inició sus estudios con la Teoría del Apego, deniendo el
apego como el primer regulador de la experiencia emocional del infante.
El infante sustituye el vínculo intrauterino por un vínculo simbiótico nor-
mal, que da lugar al periodo post natal de gestación extrauterina en el
que se establecen dos cuerpos, una psique y una mente genéticamente
condicionados a iniciar el proceso de diferenciación, a partir de la expe-
riencia vincular de los miembros de la diada. Los niños con un apego
seguro exhiben comodidad con la cercanía emocional y conanza en
la accesibilidad de sus guras de cuidado en momentos de ansiedad o
estrés (Bowlby, 1969). El infante adopta un modelo vertical y transgene-
racional que transmite las cualidades de unidad, cohesión, autenticidad,
regulación y bienestar y un modelo de organización horizontal a través
de los cuales experimenta un self cohesivo o fragmentado, auténtico o
falso, vitalizado o agotado,con suciente o insuciente regulación, con
iniciativa propia o a merced de los otros en momentos horizontales es-
pecícos.La necesidad de formar vínculos estrechos con los cuidadores
se encuentra desde el comienzo de la vida como una necesidad autó-
noma y no como una necesidad derivada de una pulsión (Bowlby: 1969,
1973, 1980).
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
53 / FLAPPSIP
En esta línea:
La teoría del apego es una forma de conceptualizar la propensión de
los seres humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás y
de extender las diversas maneras de expresar emociones de angustia,
depresión, enfado cuando son abandonados o viven una separación o
pérdida (Bowlby, 1998)2.
La unidad de experiencia interpersonal es interactiva; se comunica a tra-
vés del hilo de una sintonía afectiva, en la que el niño y su madre desplie-
gan una estructura temporal sobre la que se graban las vivencias y lue-
go, las experiencias. Esta estructura toma la forma de una curva pautada
por la alternancia de los momentos de tensión y de relajación. El niño
nace con habilidades precoces renadas para discriminar rasgos tem-
porales como la duración y el ritmo, así como la temprana disposición
para experimentar sucesos interactivos a través de una forma primitiva
de pensamiento y percepción narrativa. En el proceso de desarrollo, el
aprendizaje por condicionamiento es reemplazado gradualmente por el
aprendizaje por la experiencia y por la comunicación narrativa que, en
conjunto, coordinan y organizan la memoria vivencial y de la experien-
cia.
Daniel Stern trabajó la intersubjetividad en las relaciones en la primera
infancia. Desde su perspectiva, la madre y su infante tejen redes inter-
subjetivas en las que el bebe es activo respecto de las representacio-
nes de la madre, al mismo tiempo que la madre interactúa intentando
ponerse, alternativamente, en la posición de su infante (empatía) y en
la suya propia (Stern, 1973, 1997). A partir del vínculo intersubjetivo e
interpersonal surgen las experiencias de temporalidad y de vitalidad. Por
una parte, se construyen los fragmentos de tiempo como sucesiones de
tensiones y distensiones entre los socios activos de la diada a partir de
las cuales se constituyen el sí mismo y el otro emergente (Beretervide, V.:
2008) y, por el otro, la madre transmite la potencia de su vitalidad como
un modo dinámico de sentir las vivencias involucradas en los procesos
de respirar, sentir hambre, cansancio, incomodidad, etc. La coherencia
en el tiempo de las experiencias narrativas posibilita el despegue seguro
y saludable de las estructuras que participan del funcionamiento emo-
cional, conductual y social y que se constituirán como la base para la his-
torización de la experiencia (Aulagnier, 1982, Niccolo,2014). La vitalidad
es el impulso de vida, el motor de las emociones y del crecimiento físico
y mental; sus afectos son cualidades de la experiencia que involucran su
aspecto energético; son los modos en que los que los movimientos, el
sonido y otros fenómenos suceden en el tiempo. Los bebés experimen-
tan estas cualidades desde dentro y también en la conducta de otras
personas y, en conjunto con otros procesos, les permiten comenzar a
organizar un precoz sentido del sí-mismo3. 2 Bowlby, J. (1998). “El apego”. Tomo 1 de
la trilogía El apego y la pérdida. Barcelona,
Paidós
3 Nudler, A. (2018). Universidad Nacional de
Río Negro - anudler@gmail.com
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
54 / FLAPPSIP
La interacción madre/infante da curso al proceso de memorización de
la experiencia, que será un hito fundamental para el tejido de la histo-
rización, que se propone como tarea adolescente. Los fragmentos de
memoria incluyen memorias propias y ajenas pasadas así como propias
y transgeneracionales como son los secretos, mitos y repeticiones que
tienen un impacto poderoso sobre la vida emocional de cada uno de los
miembros de la familia.
El momento presente con todos sus sentimientos, sensaciones, percep-
ciones, pensamientos y señales contextuales actúa de detonante, o más
bien de detonantes, para activar muchas redes distintas de memoria y
determinar qué fragmentos se cohesionan y surgirán en forma de re-
cuerdo. Se parte del supuesto de que no se pierden recuerdos ni frag-
mentos de memoria, sino que el paso crucial es recuperarlos mediante
la creación de un contexto memorizador que le facilite esa recuperación
(Stern, 2997. Pp.220).
El niño está dotado intuitivamente de un tipo de sistema representa-
tivo que le permite aprehender los estados intencionales de los otros
y del sí mismo (Stern, 1997). El vínculo originalmente simbiótico con la
madre protege y garantiza al infante de las angustias más profundas
a la vez que le permite acomodarse en una fusión alucinatoria somato
psíquica omnipotente desde la que se genera una matriz de dependencia
que organiza el precario Yo del infante. De esta interacción surgen (1)
los perles temporales que se constituyen en la columna vertebral de
las representaciones de las experiencias afectivas y (2) las propiedades
coherentes en estado emergente; juntos, proveen experiencias de signi-
cación para el sujeto que dispone el inter-juego del presente, pasado y
la proyección al futuro. En este contexto, el niño interpreta las conductas
humanas motivadas hacia un n y las aprehende basándose en sus sig-
nicados y en su intencionalidad (En: Beretervide, pp.372). En el seno de
esta interacción se va desarrollando un diálogo permanente:
Se da ahí un ser a dos, y el otro no es para mí un simple complemento en
mi campo trascendental ni tampoco yo en el suyo; somos, el uno para el
otro, colaboradores de una reciprocidad perfecta, nuestras perspectivas
se deslizaban, una dentro de la otra, coexistimos a través de un mismo
mundo (En: Fenomenología de la percepción, IV: El otro y el mundo hu-
mano, p.36)4
Winnicott sostiene que la madre se ofrece a su infante como el ambien-
te proveedor de las condiciones saludables para su crecimiento físico y
psíquico. El infante no nace integrado, pero sí con una potencia natural
hacia la integración, el desarrollo y la maduración que necesita, por un
lado, escenarios saludables para satisfacer sus necesidades siológicas
y, por el otro, una fuente de sostenimiento y de manejo seguro estable y
conable que le asegure las facilidades para crecer.
4 En: Beretervide, V.: El modelo de la
constelación maternal en Daniel Stern.
https://www.academia.org/000-032/5
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
55 / FLAPPSIP
La madre, a partir de sus propias experiencias y de su deseo por la ma-
ternidad, desarrolla la fantasía de un hijo vivo; en la etapa de depen-
dencia absoluta se identica plenamente con su bebe y desarrolla una
fuerza de sostén emocional que soporta y apoya a su Yo inmaduro a
lograr su integración. Además de sostener a su infante (holding), la ma-
dre provee de un manejo adecuado de su ser (handling) y se toma el
tiempo y el cuidado de presentarle los objetos que le posibilitarán tener
una experienciadeilusión y deomnipotencia que le permitirá crecer con
conanza y autonomía (Winnicott, 1993)5. Además, preserva al bebe de
sus sentimientos personales de frustración y de enojo, así como de los
pequeños fracasos propios del desarrollo (Abadi,1996). En el seno de
esta relación de dependencia, el infante inaugura su mente en el marco
de una interacción entre su sí mismo en formación, el objeto y el campo
interactivo.
Durante el tiempo de la dependencia absoluta, el niño es incapaz de re-
conocer el cuidado materno, así como tampoco a la madre como objeto;
ella sostiene la inmadurez y la dependencia de su infante y se ofrece
para ser introyectada y para acompañarlo el tiempo que dure la etapa
de introyección. El infante y su madre transitan desde un estado de in-
diferenciación absoluta propia de la dependencia original hacia un sen-
tido propio de integración y de continuidad existencial que facilita un
desplazamiento progresivo de la libido en aras de investir el interior y el
exterior del soma infantil (Winnicott, 1969). En esta primera experiencia
de relación intersubjetiva, la madre cumple la función de Yo Auxiliar, a la
vez que es la encargada de introducir las frustraciones medidas en aras
de promover crecimiento, autonomía y un sentido propio de sí mismo.
La conuencia de la madre y del ambiente forma un núcleo de genera-
tividad permanente ahí “donde antes no lo hubo, en el que se dibujan
sus fronteras a partir de un territorio sostenido por los brazos maternos
en la no integración” (R. Rojas. pp. 201). La experiencia vivida con los
padres/cuidadores facilita al infante la construcción de vínculos emo-
cionales, así como una base segura desde la cual pueda aventurarse a
explorar, primero, el mundo circundante, y posteriormente, el mundo
interno. Este proceso silencioso de investidura materno/ambiental cubre
la salud emocional del infante y lo prepara para enfrentar un estado de
mayor alerta sensorial y de contacto más uido con el ambiente.
5 Winnicott, D.W. (1993). The maturational
processes and the facilitating environment.
Karnac Books: London
al
urational
prn
cesses
and
!he
facilitat
ing
env
i
ronmcnt
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
56 / FLAPPSIP
Pero, la madre no es sólo madre; es madre en función, en interacción,
en sintonía relacional; provee al infante una experiencia extrauterina
acogedora y amable capaz de adaptarse a sus necesidades; propone,
también, un estado de conanza que garantiza la continuidad del self, la
capacidad para conar en las invariantes y/o en los patrones regulares
de conanza (Stern, 1989) y en su gesto espontáneo como expresión
del sentimiento de continuidad existencial en aras de construir el Yo. Al
mismo tiempo, interpreta sus necesidades, le transmite elcódigo de la
lenguade la cultura a la que pertenece y contribuye con la implantación
de la sexualidad en su psiquismo incipiente a través de sus cuidados
corporales.En este contexto de intimidad, la madre usa el lenguaje para
enmarcar la interacción con su hijo y utiliza su lenguaje verbal, para ver-
bal y corporal para comunicarse con los aspectos preverbales de su in-
fante, aquellos que son más cercanos a la sensación que al conocimien-
to, asignándoles un sentido de coherencia.
De lo expuesto, se hace evidente que la función materna es una activi-
dad permanente que alcanza espacios más allá de lo biológico. La ma-
dre inviste; a través de su investidura procura en su infante vivencias
de placer y dosica sus experiencias de angustia. Juntos establecen una
relación dinámica viva en la que se intenta cubrir las necesidades de
autoconservación, de alimentación y de aseo.
La función de maternaje en sí misma es una respuesta a la apelación
que el bebe hace desde ese “mi”, la madre (o quien ocupe su lugar) como
sujeto en sí mismo siente y vive los efectos del ejercicio de dicha agre-
sión del acto inicial de investidura al bebe…el efecto de la investidura
sobre el otro tiene las características del Bing Bang a escala, y que da
inicio al nacimiento psíquico tanto del bebe como la madre. Y la madre
sabe de la fuerza de esa explosión inicial que la demanda, la busca y la
señala. Esta es la fuerza que Winnicott nos trae con su teoría de la agre-
sión (R. Rojas, pp.197).6
La comunicación entre la madre y su infante es bidireccional: las fan-
tasías inconscientes de la madre son leídas por su hijo, desde su capa-
cidad innata para comprender la comunicación afectiva y reconocer la
preocupación maternal primaria. Del otro lado, el bebé sostenido, mirado,
acariciado estará en condiciones de sentir placer, así como las primeras
representaciones de su ser corporal, su Yo. A partir de la presencia de
un Yo integrado surge la posibilidad de dibujar las fronteras entre el Yo
y el No Yo, así como la posibilidad de establecer los bordes entre mundo
interno y del mundo externo.
6 La constitución del odio: el lazo social y
su negativo. En: 2020. El odio y la clínica
psicoanalítica actual. Pólvora Editorial: Chile
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
57 / FLAPPSIP
A lo largo del proceso de crecimiento y de la relación materna, el infante
consolida, en un movimiento progresivo, la integración de su psique y
de su soma. Para esto, cuenta en su carga genética con la tendencia a
poner en funcionamiento ambos aspectos sobre los cuales y, a partir de
los cuales, desarrolla su personalidad. El bebe tiene la tarea de integrar
sus vivencias y, más adelante, sus experiencias con el funcionamiento
corporal, tarea que supone una demanda activa de un ambiente su-
cientemente bueno que facilita que los estados afectivos se diferencian y
se complejizan en el contexto de las relaciones signicativas.
Así como la presencia atenta y segura de la madre es fundamental para
el desarrollo sano del niño, la presencia de una tercera persona, el pa-
dre, es también necesaria para promover la separación paulatina del
infante con su madre (Yo-No Yo). El padre propone un espacio triangular
que facilita el tránsito del estadio original signado por la dependencia a
un estadio de relación de objeto, como una propuesta saludable del de-
sarrollo. Juntos, madre y padre, procuran crear un escenario de crianza
seguro, constante y rme en que se generan las facultades para simbo-
lizar y para acceder a la función reexiva (Fonagy, 2000). La madre y el
infante y, luego el padre, se instalan en una diada/triada sintónica de
sentimientos dinámicos que se asienta en la reciprocidad, la vitalidad,
el tiempo rítmico, la equivalencia corporal de movimientos y la alter-
nancia de turnos. La estructura familiar se consolida, por lo tanto, como
un espacio transicional entre el niño, sus objetos y el mundo social. Así,
la familia protege al infante frente a las exigencias del medio como que
también le abre paso hacia nuevas relaciones, administrando la transi-
ción entre lo íntimo y la realidad (Abadi, 1996).
Winnicott (1954) dene la posición depresiva como un proceso normal
del desarrollo, cercano a la época del destete donde el infante se siente
que vive en su propio cuerpo y que, por ende, se puede diferenciar tanto
del pecho de la madre como el cuerpo de esta. Es el tiempo del Yo-No Yo
y de la capacidad del sujeto para diferenciarse de los otros. Esta etapa
debiera ser alcanzada e instaurada alrededor de la segunda mitad del
primer año como un logro, pero, a la vez, como un proceso de duelo y
desilusión para el pequeño infante: el pecho no volverá a ser creado por
él ni es una pertenencia segura e incondicional que le asegure el desliz
sobre la continuidad existencial. La posición depresiva se alcanza ha-
biendo superado los retos de crecimiento y maduración de los primeros
6 meses de vida para instaurarse como persona completa y relacionarse
con otras personas completas. Si el infante no alcanza la posición de-
presiva, intentará usar sus defensas usando defensas que le permitan
recrear su ilusión, así sea de manera omnipotente e ilusoria.
El Yo, como emergente psíquico, alberga la posibilidad de reconocimien-
to de sus contenidos y de sus emociones diversas; surge desde un es-
pacio en el que la vivencia es informe, vacía y de un espacio en el que
los objetos no son distinguibles. Su emergencia es un logro existencial;
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
58 / FLAPPSIP
emerge a medida que el infante sostenido puede dilatar y guardar sus
vivencias de satisfacción y de conanza que están avaladas por las cons-
tantes formadas a partir de los trazos de memoria del placer de grati-
cación y del recuerdo del conjunto de los cuidados maternos (Stern,
1995). Además, facilita que el infante se vincule a través de redes y con-
tactos asociativos que se activan y desactivan según las demandas de
los diferentes contextos. ¿Existe un yo desde el principio? El principio
está en el momento en que empieza el yo; ¿es el yo fuerte o débil? Su
fortaleza depende de la madre real y de su capacidad para satisfacer la
dependencia absoluta del infante real.
La integración, la personalización y la incorporación de las relaciones
de objeto son tres hitos fundamentales que ocurren en el camino de
crecimiento desde la dependencia absoluta hasta la independencia. La
integración del Yo es un estado dinámico, un acontecimiento existen-
cial, un logro del desarrollo gracias a la interacción del sostenimiento,
de la personalización, del contacto y reconocimiento de las funciones
corporales y de la presentación de objetos. La integración en el tiempo
se construye de la mano con la integración en el espacio: juntos se con-
guran como un eje de desarrollo vital. Cuando la crianza marcha ade-
cuadamente, con la presencia de una madre sucientemente buena, el
Yo se vincula con el cuerpo y sus funciones y con la piel como membra-
na limitadora entre el adentro y el afuera. Este proceso de integración
corporal se dene como «personalización» (Winnicottt, 1962). El sujeto
integrado suele desarrollar funciones superiores como son el pensar,
desear, destruir.
El self se origina espontáneamente en la propia persona; está ligado a
las pulsiones y al funcionamiento siguiendo las pautas del proceso pri-
mario. Surge como consecuencia de la devoción de la madre suciente-
mente buena por su hijo; es el lugar desde el cual provienen el gesto es-
pontáneo y las ideas personales. El self se cohesiona a partir del uso del
intelecto y permite mirar lo que los otros ven, sienten u oyen, y lo que
conciben ante experimenta una continuidad del ser y adquiere
a su propio modo y a su propia velocidad una realidad psíquica y un es-
quema corporal personal. Su función se orienta hacia la adquisición de
un mundo interno original que incorpora la satisfacción de necesidades,
la generación de la ilusión, la conanza de que sus impulsos le perte-
necen y que son capaces de crear objetos. La cohesión del sí mismo y el
establecimiento de sus límites y de sus fronteras se consolida gracias a
la presencia de la función materna, cuya identidad se mantiene gracias
a un ambiente que sostiene los primeros momentos post natales. A lo
largo del proceso de interacción, los modelos de estar y las conductas in-
teractivas se activan y modican mutuamente sin que este intercambio
sea un obstáculo para la permanencia y la conformación de la identidad,
la que se va congurando paulatinamente en el Yo. Si el funcionamiento
del verdadero self no es interrumpido ni tampoco precoz, el sujeto se
fortalece y tendrá un funcionamiento adaptativo y exible que le permi-
te tolerar las interrupciones de la continuidad existencial, con un cierto
grado de funcionamiento adaptivo y exible.
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
59 / FLAPPSIP
Winnicott diferencia los estados de salud de los de enfermedad y sos-
tiene que, en estado de salud, la mente posibilita una comprensión y
eventual aprovechamiento de su fallo relativo y conserva una identidad
con su cuerpo y su funcionamiento (yo corporal) que se dene como el
yo soy. La consistencia y la unidad psicosomática asegura su continuidad
existencial, su normalidad, su armonía, la validación de sus deseos y de
sus necesidades y la comunicación uida con sus cuidadores. En un mo-
delo de salud, el infante percibe su cuerpo vivo con sus límites y bordes
internos y externos como parte del núcleo del ser imaginativo. Si el bebe
reconoce a su madre y a los fallos ambientales que ocurren espontá-
neamente, su dependencia es relativa y se iniciará el camino hacia su
independencia en el que desarrollará recursos apropiados para manejar
sus vivencias y experiencias. En el marco de un desarrollo saludable, la
madre ofrece protección del Yo: lo contiene de sus angustias y lo ayuda
a crecer ofreciéndoles la experiencia de la continuidad existencial. El in-
fante se orienta hacia experiencias y sentimientos positivos e internaliza
los aspectos saludables de sus padres. Estas enseñanzas son decisivas
para el desarrollo del sentimiento subjetivo del self y para su regulación
emocional. Bajo el manto de estas garantías, el infante no se enfrenta
a la angustia insostenible ni tendría que recurrir a defensas primitivas,
como la escisión, la proyección y/o la identicación proyectiva, que lo
deriven hacia un falso self o hacia una personalidad como sí.
En situaciones de una maternalización errática, la madre no es sucien-
temente buena, no es capaz de sostener la omnipotencia del pequeño y
tampoco de investir; ella deja de responder a su gesto espontáneo cuan-
do coloca su propio gesto en primer lugar. El desplazamiento del infante
hacia un segundo lugar o hacia un lugar no signicativo determina que
éste tenga dicultades para iniciar el proceso de maduración del yo y/o
que el desarrollo del yo quede distorsionado en ciertos aspectos vital-
mente importantes. Ante esta agresión de la madre/ambiente, el niño
reacciona atacando a sus objetos o a sí mismo o sometiéndose a los
dictámenes del otro. En estas circunstancias de pérdida de perspectiva
y de dirección, se consolida la primera fase del falso self para defender,
ocultar y proteger al verdadero self del sufrimiento, para preservarse sin
arriesgar, sin someterse y sin exponerse a la realidad y para buscar con-
diciones que le permitan apropiarse de aquello que le interesa. Desde
esta posición falseada, el niño tenderá a construir un juego de relacio-
nes falsas, un mundo de cción, que, con los años, se convierte en una
copia maltrecha del de su madre o tutor.
La falla materna coloca al infante al borde de sus angustias de aniquila-
ción, del terror al vacío, del terror sin nombre; su fragilidad psíquica es
severa y la posibilidad de integrar un Yo, remota. El infante está expues-
to a las amenazas de desintegración y a las angustias primitivas que, al
consolidarse como una organización defensiva, dan lugar a un funcio-
namiento psicótico que engloba las agonías primitivas. En caso el caos
no logre ser contenido, se asienta un cuadro psicótico que se consolida
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
60 / FLAPPSIP
como una organización defensiva y no como un fenómeno de derrumbe
esencial. Abadi (1996, pp.172-173) explica las consecuencias de un esta-
do de desintegración:
El retorno a un estado de no integración cuya defensa será la desinte-
gración
El caer para siempre cuya defensa es el auto sostenimiento
La pérdida de la relación psicosomática cuya defensa es la despersona-
lización
La pérdida del desarrollo de lo real cuya defensa es la explotación del
narcisismo primario y del pensamiento omnipotente
Si las funciones de cuidado fracasan, se interrumpe la continuidad exis-
tencial, se quiebra el psiquesoma y el infante queda amenazado por
angustias primitivas que dañan su integración y su desarrollo y que
promueven el desarrollo de defensas de desintegración y/o de una ten-
dencia de auto sostenimiento precoz y defensivo. El caos de la desinte-
gración puede ser tan «malo» como la falta de conanza en el ambiente;
sin embargo, el solo hecho de que lo produce el bebé resalta que su
origen no es ambiental, sino que está dentro del ámbito de omnipotencia
del infante. En circunstancias aún más graves, el infante puede, simple-
mente, no haberse integrado siquiera, lo cual supone una situación de
precariedad afectiva inconmensurable.
Los fracasos de cuidado inducen al infante a una sobre actividad del
funcionamiento mental, el crecimiento excesivo de la función mental re-
activa se desarrolla una oposición entre la mente y el psiquesoma. Un
rápido aumento de la reacción ante los ataques que turbe la continuidad
del psiquesoma es algo que se espera y tolera con el arreglo de la ca-
pacidad mental del individuo. Sin embargo, el infante no puede tolerar
reacciones excesivas que superen el umbral de sus posibilidades de ser.
Ante los fallos de adaptación activa al medio, el funcionamiento mental
resulta un estorbo para el psiquesoma o para la continuidad existencial
del individuo (Winnicott, 1949). Ante la confusión, las reacciones serán
catalogadas o memorizadas en clave negativa/defensiva.
El bebé que no ha sucientemente bien cuidado en una etapa anterior
a la posición depresiva se enfrenta con la posibilidad de que la mente
usurpe la función del medio y se apodere de la psique y del soma; si la
posesión es de la psique, el resultado será un trastorno psicótico, y si la
apropiación es del soma, el resultado será una afección psicosomática.
El Yo precario no puede enfrentar sus angustias primitivas caóticas y
se enfrenta a lo que Winnicott (1963) denió como miedo al derrumbe,
un miedo propio de una agonía original experimentada en el pasado.El
colapso emocional surge si, ante la potencia de las angustias de aniqui-
lación, la estructura defensiva falla.
Esta experiencia de haber estado en contacto con las angustias primiti-
vas y las vivencias de confusión y desintegración, deja una marca trau-
mática en el psiquismo. La organización de las defensas tempranas de
emergencia genera una escisión del self con el n de mantener sitiado
el trauma, que queda así inscrito en el inconsciente no reprimido, sin
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
61 / FLAPPSIP
acceso al recuerdo ni a la palabra, pero con la potencialidad de actuali-
zarse en vivencias angustiosas. El temor de ser “dejado caer” y de perder
la unidad psicosomática se reactivará a lo largo de la vida (Abadi, 1996.
P.74).
Cuando la psique es seducida a entrar en la mente y alejarse de la íntima
relación que originalmente sostenía con el soma, la mente controla y
cuida el estado del psiquesoma, tarea que, originalmente, es función del
medio. Ante el fallo del ambiente, se origina la mente psique patológica,
cuyo patrón deformado afectará todas las otras instancias el desarrollo.
Este tipo de dinámica conduce a una indiferenciación somato psíquica
en el infante.
El medio ambiente es aquél que se adapta a las necesidades del psique-
soma recién formado (…) el mal medio es malo porque debido al fracaso
de la adaptación se convierte en un ataque contra el psiquesoma, ata-
que ante el cual el psiquesoma (es decir, el pequeño) debe reaccionar.
Esta reacción turba la continuidad existencial del nuevo individual. La
mente tiene entre sus raíces el funcionamiento variable del psiquesoma,
raíz que se ocupa de la amenaza que se cierne sobre la continuidad de
ser suscitada por cualquier fracaso de la adaptación (Winnicott, 1949,
pp. 332-334)
Para Balint (1993) las reiteradas fallas en el vínculo amenazan la conti-
nuidad existencial y dan lugar a un proceso de fragmentación que genera
un espacio de daño potencial. Propone el concepto de falla básica como
una falta que se genera en las fases formativas del infante, en la inter-
sección entre sus necesidades psicobiológicas y materiales que le brin-
daron desde su nacimiento. Este estado decitario de la psique delata
una falta de ajuste entre el niño y sus cuidadores porque la relación está
centrada sobre las necesidades del adulto. La falta denuncia un senti-
miento de vacío original que no es producto de un complejo o conicto,
sino de una falla o un descuido que transita por toda la estructura psico-
biológica del sujeto. En caso las necesidades psicobiológicas del infante
hayan sido excesivas y no había un cuidador disponible, la falla se consi-
dera congénita; por el contrario, se considera ambiental si se asocia a los
cuidados parentales insucientes, ansiosos, sobreprotectores, incohe-
rentes, inoportunos del cuidador. En cualquiera de los dos casos, la falla
tiende a obstaculizar el desarrollo del infante y a inuir en su capacidad
para obtener suciente autonomía. La escisión es la defensa natural.
El autor propone que este estadio funciona de manera diferente del
Complejo de Edipo, pero no lo dene como pre edípico porque, estruc-
turalmente, el complejo de Edipo ocurre en el contexto de una relación
del tipo triangular, mientras que en la falla básica las relaciones son pri-
mitivas y, por lo tanto, diádicas; cualquier tercer elemento aparece como
carga o tensión en el sujeto. En este sentido, la naturaleza dinámica no
es conictiva.
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
62 / FLAPPSIP
En esta etapa de cambios y de retos (el bebe se sienta, toma la comida
sólida, la agarra con sus manos, reconoce los juguetes, etc.), el infan-
te tiene que resolver, paulatinamente, el tránsito de la dependencia a
la independencia y denir sus posibilidades y/o dicultad para hacerse
cargo de sí mismo, a partir del reconocimiento de los límites de su Yo en
formación y aceptando la presencia de los otros. Esta tarea es comple-
ja y necesita de la ayuda de una madre sucientemente buena que sos-
tenga la dependencia el tiempo que se necesita, sin que esto implique
perturbarla. Las dicultades en transitar por la posición depresiva no
sólo generan patología sino, también, dicultan la capacidad de estar a
solas del infante. El temor de regresionar a un estado de dependencia
enfrenta al infante con el terror a ser dejado caer y a la vivencia de las
angustias de aniquilamiento feroces, cada una de las cuales impacta en
el crecimiento normal. Estas son la materia prima de las angustias psi-
cóticas que se corresponden con la esquizofrenia o con la emergencia
de un elemento esquizoide oculto en una personalidad que, en otros
sentidos, se puede denir como no psicótica.
El reconocimiento de su dependencia excesiva y de su falta de autono-
mía genera en el infante rabia e intolerancia a los fallos de los otros
que él no puede controlar. Estos seres dañados, agrios, rabiosos generan
conductas de
voracidad, posesividad, desconsideración por el objeto, la alternancia
permanente entre idealización (cuando la necesidad se incrementa) y
denigración (cuando la necesidad disminuye) (…) y [el infante] no esta-
blecerá una verdadera relación con el otro que implicaría el compromiso
de reconocerlo y cuidarlo. En la estrechez de su aparato psíquico/afec-
tivo, sólo utiliza los objetos que controla y que puede tomar y/o aban-
donar a su entera voluntad. El compromiso afectivo con el otro se torna
imposible; con un sì mismo tan denigrado, trata a las personas como
cosas, que sólo tienen valor en la medida en que él las necesita (Abadi,
1996. Pp.82).
W. Bion sostuvo que el infante crece en el vínculo con su madre en un
vínculo de complementariedad en el que la madre se establece como
continente que contiene a su infante, el contenido. En esta relación com-
plementaria, la madre es el continente de las proyecciones del infante
que, posteriormente, el infante re introyecta como proyecciones digeri-
das que se articulan no sólo como un objeto interno bueno y generoso
sino, también, como un objeto que podrá ser pensado.
En los inicios de la vida, el niño pequeño y su madre son la misma perso-
na. El bebe nace con una preconcepción innata del pecho. Ellos constru-
yen una relación fusionada que rige el funcionamiento somato psíquico
original. La madre, desde su reverie, contiene las proyecciones infantiles,
quien las proyecta esperando liberarse de la incomodidad, del peso, de
la interferencia de los contenidos no procesados por su madre que se
mantienen en el precario aparato psíquico del infante como elementos
beta. Gracias al reverie, las digiere y las devuelve en la forma de elemen-
tos Alpha para poder ser pensados y comprendidos. La madre y su in-
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
63 / FLAPPSIP
fante viven sus identicaciones proyectivas como una realidad; el bebe
proyecta sobre su madre los sentimientos de los cuales quiere liberarse;
su madre reacciona devolviéndole las identicaciones proyectivas de
forma tolerable. La capacidad de tolerancia que el bebé tendrá con rela-
ción a las frustraciones dependerá tanto de sus demandas pulsionales
innatas como de la respuesta de la madre real externa.
En situación de salud, la madre capaz de contener las angustias de su in-
fante, al mismo tiempo que proveerle las necesidades básicas de super-
vivencia, procurará que las realizaciones sean positivas y que las negati-
vas sean utilizadas para aprender de la experiencia. Si, por el contrario,
la madre falla, el niño, desde su desesperación de no ser sostenido ante
los excesos de carga negativa, intensica sus identicaciones proyecti-
vas no decodicadas ni investidas por la madre y las re introyecta masi-
vamente, aumentando en su frágil aparato psíquico la carga de angustia
y la vivencia de los elementos malos e intrusivos. El sufrimiento psíquico
los confrontaría con la experiencia del terror sin nombre que, a la larga,
se constituye en un inhibidor del crecimiento7.
Cuando el infante no reconoce la presencia de un pecho bueno sobre
el cual descargar sus identicaciones proyectivas y, por el contrario, se
encuentra con un pecho malo, ausente o no disponible, que no se ofre-
ce como continente, sino que priva, persigue, y genera sufrimiento, la
experiencia dolorosa es que es un pecho que impide aprender de la
experiencia. Se trata de un pecho que no puede reorganizar la carga de
la posición esquizo pranoide, el caos y que, por ende, no puede trans-
formar la materia beta en elementos en Alpha. Estos objetos no transfor-
mados, terminan por ser invasivos y perturbadores; utilizan al otro como
depósito de sus estados mentales en bruto es decir, no simbolizados.
Su función no es colonizar al sujeto porque la identidad del depositario
no es importante. Su función es asegurarse la presencia de otra mente
y/o de otro espacio que pueda recibir, sostener, contener los aspectos
desorganizados y violentos de la propia mente. Esta debilidad por parte
de la madre determina que el bebe se vea en la necesidad de sustituir
su aprendizaje por una posesión omnipotente perdiéndose, así, las dife-
rencias entre lo verdadero y lo falso, lo real y lo imaginado, el afecto real
y el afecto impostado, entre otras muchas diferencias. Por la hostilidad
que transmiten, el receptor los recibe como misiles impredecibles y des-
tructivos (Williams, 2004). Si el receptor intenta repeler dichos misiles, la
experiencia invasiva se exacerba por la potencia de la carga proyectiva.
Ese circuito hostil aumenta la interacción patológica.
La naturaleza primitiva del salto de un objeto invasivo crea la experiencia
de tener un cuerpo extraño en el interior que destruye el espacio mental
asignado al desarrollo de la capacidad simbólica del Yo y, por lo tanto,
del proceso secundario de pensamiento. El impacto del objeto invasivo
puede recaer en un proceso traumático del pensamiento caracterizado
por confusión psíquica y los estados de crecimiento del Yo. El proceso
traumático de pensamiento es una forma caótica que se corresponde
con la forma de pensamiento primario (Williams, 2004).
7 Una teoría del pensamiento – W. R. BION
Sonia Abadi (2014). En Teorías Psicológicas
2, Pilar
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
64 / FLAPPSIP
El niño tiene poca capacidad para tolerar frustraciones. Cuando el recién
nacido experimenta frustración, sufre terriblemente, porque la siente
interminable. El infante proyecta sobre la madre esta angustia innita
en aras de que la madre la sienta, lo que no es lo mismo a que la com-
prenda. Por lo general, ella reacciona rápidamente gracias a la solidez
del reverie y promueve el encuentro de la preconcepción del bebé con
realizaciones apropiadas que se repiten en aras de que el crecimiento se
asiente sobre bases rmes.
Las experiencias emocionales resultantes de frustraciones de la omni-
potencia del lactante lo obligan a volverse hacia el mundo real, a modo
de realizaciones. En la realización positiva hay una conrmación de que el
objeto está realmente presente y atiende a sus necesidades. Si la madre
despliega su capacidad para contener y atender las angustias de su bebe
simultáneamente s las necesidades básicas, las realizaciones servirán
para aprender de la experiencia. En la realización negativa, en cambio,
el lactante no encuentra un pecho disponible para la satisfacción, y esa
ausencia es vivenciada como la presencia de un pecho ausente; desde
esta perspectiva, todo objeto necesitado es sentido como malo porque
su ausencia provoca privación y sufrimiento. El objeto malo, invasivo,
intrusivo participa de diversas formas en la mente: “en un primer nivel,
predomina la formación y la presencia integrada de los pensamientos,
típico de los pacientes psicóticos y en un segundo nivel, la integración de
pensamientos es maniesta, pero con la persistencia de la omnipoten-
cia y alteración del juicio de la realidad” (pp.50).
Cuando las realizaciones negativas se proyectan sobre la madre y no
encuentran un continente que las contenga serán re introyectadas por
el infante bajo la forma amenazadora del terror sin nombre (Bion, 1962).
Una consecuencia penosa pero inevitable es que los intentos del infan-
te para evitar el dolor depresivo, se constituye en un importante factor
inhibidor del crecimiento psíquico” (Abadi, 1997, pp.51). En otras pala-
bras, cuando el infante se encuentra con frustraciones se despega de
su omnipotencia original (propia de la fusión) y establece un conjunto
de defensas que le permiten desligarse del dolor de la falta. Si la madre
falla, el niño intensica dichas identicaciones “que ya no sirven para ser
comprendidas y signicadas con ayuda de la madre. Se re introyectan
masivamente con el resultado de la aparición de un objeto interno des-
tructor que impide tanto dar, como recibir algo bueno”.
M. Mahler sostiene que el inter-juego de las conductas interactivas entre
la madre y su hijo inuirá en la conformación de la integración y de la
identidad del infante. Durante las primeras semanas de vida extrauteri-
na, el infante está en un estado de narcisismo absoluto sin conciencia de
la presencia de un agente maternal: es la fase del autismo normal que
protege al niño a través de una “barrera estimular cuasi‐sólida”, de un
“caparazón autístico” que mantiene los estímulos (excesivos) fuera en
aras de mantener la soberanía del infante. Arma la autora que a partir
de los dos a los seis meses, el bebe abandona la fase autista y consolida
la “fase simbiótica”, un tiempo durante la cual la catexis libidinal cambia
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
65 / FLAPPSIP
desde la estimulación corporal interoceptiva a los estímulos propiocep-
tivos periféricos y a los estímulos exteroceptivos procedentes de la su-
percie corporal. El inter-juego entre el adentro y el afuera determina
que la barrera estimular se extienda a cubrir la “órbita simbiótica de la
unidad dual madre‐hijo”.
El vínculo simbiótico originario admite un vínculo triangular (virtual) que
es inherente al vínculo simbiótico bicorporal que se gesta entre la madre
y su bebe. Cada uno de los protagonistas vinculares de este triángulo
de gestación intrauterino decantan experiencias somáticas, psíquicas y
mentales en relación con el acople y el encaje recíproco entre todos sus
miembros. El padre no es un convidado de piedra en la relación madre/
infante. Todo lo contrario, tiene una presencia activa que contribuye,
desde el inicio, a sostener a la madre en su rol de mamá y acompañar la
transición de la diada fusional a relaciones de objetos signadas por las
capacidades más tardías de separación e individuación (posición depre-
siva).
El vínculo simbiótico aparta al yo de las luchas de sus diferentes acti-
vidades defensivas que están destinadas a defender los antagonismos
emocionales extremos que ocurren en el ámbito de la posición esquizo
paranoide, que precede a la depresiva. Dentro del vínculo simbiótico se
van produciendo las transformaciones que dan lugar al tejido psíquico
propio de quien escribe su propia historia y cuyo desarrollo completo
permite su maduración paulatina como sujeto discriminado de ambos
progenitores.
Alrededor de los tres meses, cuando aún prevalece el narcisismo prima-
rio y la fase prehistórica de la omnipotencia alucinatoria mágica, el infan-
te percibe que la satisfacción de su necesidad biológica, hambre, viene
del exterior. A pesar de encontrarse aún dentro de la órbita dual simbió-
tica omnipotente, reconoce que el objeto de satisfacción de su necesi-
dad llega de afuera. La asociación necesidad biológica/satisfacción “ex-
terna” da lugar a las primeras demarcaciones del Yo corporal dentro de
la matriz simbiótica, las cuales se constituyen como las precursoras de
la imagen corporal. A partir de la segunda mitad de la unidad simbiótica
(tres meses en adelante), la psique del infante debería separarse para
constituir un individuo total con una unidad mental propia. Los dos pri-
meros trimestres son aún etapas indiferenciadas: la primera sin objeto y
la segunda, pre objetal, porque, si bien hay una realización que el pecho
no es una extensión de sí mismo, el infante aún no diferencia el exterior
del interior y, tampoco, del otro. Mas bien, madre e infante instalan una
suerte de “fusión simbiótica” con la ilusión es consolidar un límite común
en torno de la órbita simbiótica. Es más, los primeros seis meses evolu-
cionan, primero, anclados en el seno de la fase autística normal y, luego,
en camino hacia una relación simbiótica. Estas dos fases (autismo nor-
mal y simbiosis) son fundamentales para la acomodación extrauterina
del infante, justamente, porque están sostenidos por la fusión.
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
66 / FLAPPSIP
A lectura integrada de algunos autores post freudianos permite concluir
que los desórdenes de la conducta alimentaria son patologías de rechazo
al otro, de vínculo, de ataque al vínculo, de replegamiento hacia estados
primitivos simbióticos/fusionados que ponen en evidencia la dicultad
para vivir. Estos obedecen a fallos primitivos sea con el ambiente, con la
madre ambiente, con la primera madre. Las fallas maternas conducen
al infante a no poder resolver la ecuación simbólica “madre=comida” y
separar adecuadamente al pecho que satisface la necesidad de la ma-
dre que brinda el pecho. La confusión de la madre con la comida ocurre
también por la “no presencia” de un padre que se encargue de la madre
y que le facilite a su hijo la separación, la individuación, la apropiación
de su cuerpo y la posesión de su mente. Crecer separado de la madre,
no fusionado, no entrampado en una posición narcisista posibilita que el
niño desarrolle plenamente su capacidad para pensar y para ser creati-
vo. De la crianza saludable y responsable crecerá un niño con un Yo y un
cuerpo integrado y una mente organizada. La solidez de su psiquesoma
le garantizará una vida plena, n exenta de conictos, pero con los recur-
sos sucientes para sortear las vicisitudes de la realidad.
INTERCAMBIO PSICOANALÍTICO, 15 (2), 2024, pp 49 - 67
ISSN 2815-6994 (en linea) DOI: doi.org/10.60139/InterPsic/15.2.5
67 / FLAPPSIP
Referencias bibliográcas
Abadi, S. Una teoría del pensamiento – W. R.
Bion. https://teoriaspsicologicas2pilar.les.
wordpress.com/.../abadi-s-una-teoria-del-
pensamiento. Recuperado el 17/08/17
Abadi, S. (1997). Desarrollos Post
freudianos. Argentina: Editorial de Belgrano
Beretervide, V.: (2008). En: Stern, D. (1997)
La constelación maternal primaria. Buenos
Aires: Paidós
Aulagniere,P. (1994). La violencia de la
interpretación. Buenos Aires: Paidós
Bion, W. R. (1959). A theory of thinking. En:
Melanie Klein Today, (1), pp.178-189. The
New Library of Psychoanalysis.
Bion, W. R. (1959). Attacks on linking. En
Melanie Klein Today, (1), pp.87-101. The
New Library of Psychoanalysis.
Bion, W.R. (1963). Elementos de
Psicoanálisis. Hormé, Buenos Aires
Bowlby, J. (1988). A secure base: clinical
applications of attachment theory. London:
Routledge.
Fonagy, P. & Target, M. (1996). Playing with
reality I and II. En International Journal of
Psychoanalysis, (77), pp. 217-459.
Fonagy, P. & Target, M. (2000). Playing
with reality III. En International Journal of
Psychoanalysis.
Killingmo, B. (1989). “Conicto y décit:
Implicaciones para la técnica”. Libro Anual
de Psicoanálisis. Tomo V: pp. 112-126
Kristeva, J. (1993). Las nuevas enfermedades
del alma. España:Editorial Cátedera
Laufer, M. (1997). Adolescent Breakdown
and Beyond. Londres: Karnac Books
Lutenberg, J. (2007). Introducción. Pp 11-34.
En: Teoría y clínica del vacío emocional.
Lima: Siklos
Lutenberg, J. (2007). Vacío mental y clínica
en pacientes no psicóticos. Pp 61-92. En:
Teoría y clínica del vacío emocional. Lima:
Siklos
Lutenberg, J. (2007). Psicopatología del vacío mental. Pp.162-210. En: Teoría y clínica del vacío
emocional. Lima: Siklos
Lutenberg, J. (2008). Teoría de los vínculos. Lima: Siklos
Lutenberg, J. (2013) Las teorías del vínculo en el psicoanálisis Clásico. Pp. 27-122. En:
Teoría de los vínculos. Lima: Siklos
Lutenberg, J. Los Objetos bizarros. Pp.89-134. En: Seminarios de Lima. Lima: Causes Editores
McDougall, J. (1995). Teatros del cuerpo. Barcelona: Julián Yébenez.
Nicolo, A.M. (2014). Psicoanálisis y familia. España: Herder
Rojas, R. (2020). La constitución del odio: el lazo y su negativo. Pp. 195-212. En: Feniux, C.G.;
Rojas, R. Editores. El odio y la clínica psicoanalítica actual. Chile: Editorial Pólvora.
Segal, H. (1957). Notes on symbol formation. En: International Journal of Psychoanalysis, (38),
391-397.
Spector, R. W. Bion y su contribución al debate Natura vs. Nurtura [1]
Desarrollo temprano y psicosis.
Stern, S. (1989). The Interpersonal World of the Infant: A view from Psychoanalysis and
Developmental Psychology. NY: Basic Books.
Chapter 1: Exploring thr infant´d dubjeyivr experience: A central role for the sence of self. Pp.
3-12
Chapter 3: The sence of an emergence self. Pp. 37-68
Stern, S. (1989) The pre-narrative envelope: an alternative view of unconscious phantasy in
infancy. Artículo presentado en el Seminario: Psychoanalysis and Articial Intelligence, dirigido
por André Haynal.
Williams, G. (1997). Internal landscapes and foreing bodies. London: The Tavistock Series,
Karnac
Williams, G., Williams, P., Desmarais, J., Ravenscroft (2004). Exploring Eating Disorders in
Adolescents: Generosity and Acceptance (Vol. II). London: The Tavistock Series, Karnac
Winnicott, D. W. (1958). Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1935). Desarrollo emocional primitivo. Pp. 203-218. En: Escritos de Pediatría y
Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1939). Apetito y Trastorno Emocional. Pp. 51-77. En: Escritos de Pediatría y
Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1945). La angustia asociada con la inseguridad. Pp.139-144. En: Escritos de
Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1949). La mente y su relación con el psiquesoma. Pp.331-348. En: Escritos de
Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1950-1955). La agresión en relación con el desarrollo emocional. Pp. 281-300.
En: Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1951). Objetos y fenómenos transicionales. Estudios de la primera posesión
No-Yo. Pp. 313-330. En: Escritos de Pediatría y Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1949). La mente y su relación con el psiquesoma. En Escritos de Pediatría y
Psicoanálisis. Barcelona: Laia.
Winnicott, D. W. (1954-1955). La posición depresiva en el desarrollo normal. En Escritos de
pediatría y Psicoanálisis. Barcelona. Laia.
Winnicott, D. W. (1936). Apetito y trastorno emocional. En Escritos de Pediatría y Psicoanálisis.
Barcelona: Laia.