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Se reconoce que el psicoanálisis es la cura por la palabra desde que
Anna O. le da al método utilizado para su tratamiento el nombre de
talking cure (Breuer y Freud, 1893-1895/1988). En la ocasión, según lo
presentado en sus estudios sobre la histeria, realizados junto a Josef
Breuer, Freud (1893-1895/1988) percibió que hablar libremente tenía un
efecto terapéutico, aliviándoles los síntomas a los pacientes. A partir de
ello, Freud inicia la escucha psicoanalítica y crea un método para curar
a sus pacientes. Tal método los invita a que hablen libremente —aso-
ciación libre—, mientras el analista escucha, también de manera libre,
lo que están diciendo —atención otante—. El encuentro del habla li-
bre con la escucha otante se convierte, entonces, en la piedra angular
de la clínica psicoanalítica. Además, para facilitar el habla y la escucha.
Freud se sentaba detrás de sus pacientes y los invitaba a que se acos-
taran en el diván, para que se sintieran como en sus casas, lejos de las
miradas y de los escrutinios mutuos. De esa manera, ambos, paciente y
psicoanalista, se sentían aún más a gusto para hablar (paciente) y escu-
char (psicoanalista) libremente. El método resultó ecaz en la cura de las
afecciones del alma.
Esta escena es bastante común entre los psicoanalistas: el paciente se
acuesta en el diván mientras el analista se sienta detrás. Esto se vuelve
posible cuando el diálogo ocurre en el encuentro de la palabra que sale
por la boca con los oídos atentos del que la escucha.
Hasta el momento, hemos planteado el habla y la escucha en el terreno
propio de la audición, que reconoce en el sonido el medio posible para la
comunicación. O sea, tomamos el habla por la oralización. Sin embargo,
la comunicación no ocurre solamente a través de la boca y de los oídos.
Existen otras maneras de comunicarse. Nos referimos aquí a las lenguas
de señas, propias de los sordos.
Las lenguas de señas son visuales y, consecuentemente, ges-
tuales. Eso quiere decir que la palabra no sale por la boca, sino por las
manos, y que la escucha no ocurre a través de los oídos, sino a través
de los ojos. El que suele utilizar una lengua de señas comprende natu-
ralmente esa diferencia. Sin embargo, al que no está familiarizado con
tal medio de comunicación, esa lengua le puede resultar extraña. De la
misma forma, al oyente, el contacto con una persona sorda también le
puede resultar extraño.
Habitualmente, el psicoanálisis, debido a que es la cura por la
palabra —normalizada hegemónicamente como la palabra oralizada—,
estuvo restringido a los que se comunican a través de una lengua oral.
Así, se los han impedido históricamente a los sordos de beneciarse del
tratamiento psicoanalítico. Pensar la realización del psicoanálisis en len-
gua de señas les puede resultar a muchos inusual o extraño, incluso.
Es con esa extrañeza que el psicoanálisis recibe, en su territorio histó-
rico-clínico, a la persona sorda, aunque esta se esté volviendo una rea-
lidad posible, como señalan los estudios de Solé (2005), Souza (2021)
y Halabe (2018). Este texto, por lo tanto, se sitúa junto a los estudios
psicoanalíticos que señalan un horizonte más amplio y accesible a las
personas sordas.
LA SORDERA Y LA EXTRAÑEZA:
UNA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA
João Vitor Jaeger1
Luciane De Conti2
1 Psicoanalista bilingüe (portugués
y Libras) miembro del Centro de
Estudios Psicoanalíticos de Porto
Alegre, profesor y supervisor del
Instituto Horizontes, máster en
Psicoanálisis: clínica y cultura de la
UFRGS, traductor e intérprete de
Libras.
2 Licenciatura en Psicología (1992),
Maestría (1996) y Doctorado (2004)
en Psicología del Desarrollo por la
Universidad Federal de Rio Grande
do Sul, con estancia de formación
(doctorado “sándwich’’) en la
Universidad de Nantes, Francia.
Está realizando una pasantía
posdoctoral en el Programa de
Posgrado en Psicología de la
UFMG bajo la supervisión del
Profa. Dra. Andréa Máris Campos
Guerra Actualmente es docente e
investigadora del Departamento
de Psicoanálisis y Psicopatología
y del Postgrado en Psicoanálisis,
Clínica y Cultura, del Instituto de
Psicología de la Universidad Federal
de Rio Grande do Sul. Es una de
las co-coordinadoras del Centro de
Estudios en Psicoanálisis e Infancias
NEPIs/UFRGS, forma parte del Grupo
Interdisciplinario de Investigación,
Formación, Autobiografía,
Representaciones y Subjetividad
Grifars/UFRN, de la Red Internacional
Coletivo Amarrações y del GT de
Psicoanálisis, Política y Clínica de
Anpepp. Tiene experiencia en el
área de Psicología y Psicoanálisis con
énfasis en la narratividad, procesos
de subjetivación, sufrimiento
psicológico y dispositivos clínicos en
situaciones de vulnerabilidad social.